Los cuatro años de Cambiemos que pudieron ser el comienzo de un país en desarrollo

Por Carlos Zenozaín

Macri vs. Cristina, y la deuda que cada uno dejó

La manera de evaluar la performance de la deuda y volverla comparable con otros países es ponerla en perspectiva de su Producto Bruto Interno (PBI), que es lo que produce una nación en un período de tiempo, generalmente un año.

“El endeudamiento (a diferencia de la deuda) suele medirse no en términos absolutos sino relativos a la capacidad de pago del deudor: si es una firma, sus resultados; si es un país, su producto o PBI”, según el economista y decano de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, Eduardo Levy Yeyati.

Bajo esta óptica, la deuda como peso del PBI disminuyó durante el kirchnerismo (aún cuando en los últimos años de esa gestión fue en ascenso) y se elevó en la etapa de los cuatro 4 años del macrismo.

Se ha hablado mucho acerca del desendeudamiento del gobierno de Cristina Kirchner. Lo cierto es que al finalizar su mandato dejó una deuda de 240.000 millones de dólares, equivalente al 53% del PBI. En diciembre de 2019 la deuda llegó a u$s 337.000 millones, 81% del PBI.

Sin embargo, otros indicadores mejoraron durante el gobierno de Macri, como por ejemplo el gasto público. El gasto público consolidado aumentó durante la gestión kirchnerista y se ubicó en 46% del PBI en 2015. El Gobierno de Macri lo redujo en 4 puntos porcentuales en términos del PBI (y la presión tributaria en 2,5 puntos porcentuales).

El gobierno de Cristina dejó un déficit primario, según el Ministerio de Hacienda, del 6% del PBI y un déficit financiero cercano al 8% del PBI. El gobierno de Macri redujo sustancialmente el déficit, el primario se ubicaría en 1% del PBI y el financiero en 4%, al finalizar su mandato.

La balanza comercial también mejoró durante la gestión macrista y finalizó con un superávit de 3% del PBI en 2019 comparado con el -0,5 de 2015. La cuenta corriente pasó de un déficit de 4% en términos del PBI en 2015 a un déficit de 1,5% en 2019. En definitiva, cuando se analizan algunos indicadores de la economía argentina resulta difícil determinar cuál de las dos herencias es más “pesada”.

Macri aportó orden e institucionalidad

La diferencia más notoria es que el gobierno kirchnerista apostó por el corto plazo. Optó por “poner dinero en el bolsillo de la gente”, incentivando el consumo, subsidiando las tarifas de los servicios públicos, y atrasando el tipo de cambio. Sin embargo, el gobierno de CFK descuidó los pilares que sostienen a la economía en el mediano y largo plazo.

Por otra parte, el gobierno macrista apuntó al mediano y largo plazo. Mejoró los sistemas de infraestructura (energía, agua, cloacas, trasporte, y comunicaciones), recuperó algunas instituciones como el INDEC, apostó por las relaciones internacionales, abrió nuevos mercados para integrar a Argentina nuevamente al mundo, pero descuidó la macroeconomía.

Dentro de los 3 gobiernos kirchneristas (el primero de Néstor Kirchner, de 2003 a 2007; y los de Cristina Fernández de Kirchner, de 2007 a 2011 y de 2011 a 2015) se puede distinguir un año bisagra: el 2011.

Es que desde el comienzo y hasta 2011, el stock de deuda pública fue en disminución desde el 118% del PBI en 2004 -año de no tan buena referencia por tratarse aún de números afectados por el default- un 80,5% en 2005 hasta el 38,9% en 2011, el mínimo en el período bajo análisis.

Desde 2011 la deuda se incrementó hasta finalizar 2015 en un 52,6% del PBI, pero este porcentaje no incorpora la deuda con los “holdouts”, una de las cuestiones sin resolver en materia de deuda que el kirchnerismo trasladó al macrismo dentro de un esquema de bajo nivel de endeudamiento en general.

No obstante, de los porcentajes mencionados más arriba, parte de la deuda es con el propio sector público, que se supone más fácil de renovar: si bien en 2015 esta representaba casi el 60%, en los últimos años osciló en torno al 40% del total. Lo que creció en dicho período fue la deuda en manos de acreedores privados y con los organismos multilaterales.

A los 5 meses de iniciado el macrismo, y tras una colocación de bonos, el gobierno canceló la deuda con los “holdouts” (bonistas que no habían ingresado a los canjes de deuda de 2005 y 2010) por unos US$ 9300 millones en abril de 2016 y la Argentina dejó de estar en default después de 15 años. Se habla de default cuando existe el incumplimiento de obligaciones legales para el pago de pasivos por parte de un deudor.

Medidas para el desarrollo

El conjunto de medidas económicas adoptadas por Cambiemos a partir de 2015 fueron las únicas posibles para sentar las bases del desarrollo de nuestro país. Las correcciones económicas que se aplicaron a un sistema obsoleto y distorsionado como el que la Argentina viene arrastrando hace décadas suelen no ser populares ni brindar resultados inmediatos.

Cuando se quiere cambiar un país en serio, los procesos de reforma son profundos y llevan tiempo. Y que lleve tiempo no significa que no puedan rendir sus frutos.

¿Cuáles son algunas de las bases económicas imprescindibles construidas entre 2015-2019?

– Lograr el equilibro fiscal: como nunca antes, y con un enorme sentido de la responsabilidad, el presidente Mauricio Macri dio prioridad al saneamiento de las cuentas públicas, incluso a costa de su propia popularidad. Son pocos los políticos que se animan a tomar este tipo de decisiones poniendo la política al servicio de la gente y no de sus propios intereses. Y el resultado fue positivo: en enero 2019, el superávit primario alcanzó los 16.658 millones de pesos y fue un 324% mayor al de enero de 2018.

– Abrirnos y reinsertarnos al mundo: no hay desarrollo viable sin inserción internacional. El mercado interno no es suficiente, no alcanza el umbral necesario para otorgar sustentabilidad a proyectos de carácter cerrado. El enorme esfuerzo de los pequeños, medianos y grandes exportadores dio sus frutos: desde septiembre de 2018 y hasta diciembre de 2019 se registró superávit en la balanza comercial.

– Desarrollo de la infraestructura: la Argentina productiva necesita una red de transporte multimodal eficiente. Es inaceptable que en la Argentina un productor de limones de Tucumán pague el flete más caro para llegar al puerto de Buenos Aires que para llegar a China en barco. El gobierno de Cambiemos ayudó a ese mercado a ser competitivo avanzando con obras portuarias, con la modernización de los trenes de carga, la recuperación de los puentes ferroviarios y la revolución de los aviones.

– Simplificación productiva: el Presidente Macri y su Gobierno siempre se comprometieron en hacerles el camino más fácil a quienes generan oportunidades de crecimiento. La desburocratización de los procesos para que quienes quisieran exportar, instalar nuevas empresas en el país o contratar personal lo pudieran hacer más simple. El programa Exporta Simple y la Ventanilla Única son dos ejemplos claros que nos alejan de un sistema caduco que estaba diseñado para trabar nuestras ventas y oportunidades de desarrollo.

– Dar previsibilidad: Un horizonte predecible en el mediano plazo es imprescindible para generar confianza. Y la confianza trae desarrollo.

– Mayor competitividad: superamos un esquema de corto plazo, sin estrategia de fondo y basado casi exclusivamente en la variable cambiaria. Los resultados del Plan Productivo Nacional hubieran tenido repercusiones sistémicas que facilitarían la integración completa del país en las cadenas globales de valor.

Estas son apenas algunas medidas de un proyecto económico integral que es inseparable del aumento de la calidad institucional. No hay uno sin el otro: un gobierno sin transparencia, que roba, con altos índices de corrupción o sin independencia de poderes no puede generar una propuesta económica sustentable.

Con dichas medidas la economía hubiera tenido bases sólidas para crecer en serio y traer prosperidad para el futuro de los argentinos, generando de esta manera el ingreso de capitales a través de la producción y nuevas fuentes de trabajo, además de reforzar la continuidad de proyectos a largo plazo como las Low Cost y Vaca Muerta.

Estas medidas son muy parecidas a las aplicadas en Chile en los ’90 y en Perú a fines de la misma década. Un rasgo destacable del proceso peruano es que, como en el caso de Chile, las reformas perduraron e incluso se profundizaron una vez que el gobierno que les dio inicio dejó el poder. Es decir, a pesar del cambio de gobierno y de colores políticos en ambos países, la política económica siguió siendo la misma, porque son medidas a largo plazo, en el que cada nuevo gobierno que asumió pensó primero en la estabilidad económica e institucional de la población y del país, algo impensado en Argentina.

En cuanto al desarrollo de otros sectores que hacen a la productividad económica de manera directa e indirecta hubo dos hechos fundamentales durante el gobierno de Cambiemos: la reunión del G-20 en la ciudad de Buenos Aires y los Juegos Olímpicos de la Juventud, dos eventos que colocaron a la argentina en la vidriera internacional y que, en el caso de los Juegos, conlleva la generación de nuevos deportistas en la alta competencia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *