Elecciones: YO quiero tener la razón porque mi ego así lo exige

Por Carlos Zenozain

A medida que se acerca la fecha de las elecciones la parte razonable del argentino promedio va cediendo a los impulsos emocionales, ya no se debaten propuestas sino que se tiran con lo que tengan a mano, es la campaña electoral más sucia que se ha conocido, y bueh… teniendo al kirchnerismo en uno de los bandos no debería extrañar.

Pero el votante argentino es el problema, no sólo los candidatos. En las redes sociales vemos a diario insultos de un lado y del otro, podemos hacer un ranking: primeros, los libertarios, con ‘viejo meado’ ‘las fuerzas del cielo’ ‘la borracha montonera’, etc; segundo, los kirchneristas que en vez de quedarse callados por ser autores corresponsables de todo lo malo que le aconteció al país en estos últimos años todavía tienen la caradurez de hablar y buscar culpables en la vereda del frente. Y tercero, los de Cambiemos que son más dóciles o más diplomáticos pero no porque no tengan con qué sino porque están cansados de años de virulencia política.

Entonces los ataques de los libertarios son siempre hacia JxC pero nunca al kirchnerismo, esto se debe a que como ellos repiten lo que dice su líder no tienen otro enemigo más que el señalado por éste. Entonces si un día Milei dice que las vacas son malas y muerden, sus seguidores van a salir a sacrificar vacas porque su líder dijo que son malas.

Pasó durante veinte años con el kirchnerismo donde los acólitos de una paciente psiquiátrica devenida en presidente de la Nación (cada pueblo tiene el gobernante que se merece) se enojaban con cualquiera que opinara en contra de lo que la chiflada dijera.

Ese período trajo como consecuencia que ahora ante una discusión política todos quieran tener la razón porque el orgullo pelotudo que cada uno lleva no le permite aceptar un error. Porque está mal visto reconocer un error, aceptar la verdad del otro o pedir disculpas por una equivocación, esa clase de acciones se ve como una humillación y nadie quiere ser humillado.

Cuando en realidad debería ser totalmente lo contrario, tendría que ser sano reconocer una falta pero el sistema te lo refriega como una debilidad, entonces se acabaron los buenos modales. De esta manera uno trata a la otra de borracha montonera, la otra le dice ladrón y ñoqui, el ñoqui se abraza con el psiquiátrico y así todos los días hasta el 22 de octubre.

De un lado tiran un carpetazo, del otro lado tapan el despilfarro gatuno del kirchnerista de turno (ayer fue Insaurralde, ahora es Menéndez, quién sigue en la lista?), los audios de Melconián, los viajes de Alberto con ‘mi querida Fabiola’ como dice Baby. Todos se pelean, todos se insultan, todos se bardean, todos se tiran pedos de colores mientras al pueblo le clavan una hiper disimuladamente y cuando el dólar salta por las nubes es culpa de Macri, de la guerra, de la pandemia, de Milei, del mago sin dientes, de cualquiera pero nunca del kirchnerismo.

Esto sucede porque la gente tiene memoria corta, la gente se olvida rápido del encierro de la cuarentena y la consecuente pérdida económica de muchos argentinos. La gente se deja llevar por el canto de las sirenas que le ofrecen los medios, autores responsables de la llegada del Alberto moderado.

Pasa que la sociedad (y acá se van a enojar varios) no usa la cabeza, el cerebro de muchos es el celular (muchos te dicen ‘lo voto a Milei porque veo que todos hablan de él en el celu’), para otros su cerebro es el televisor (y votan a Massa –o Alberto moderado- haciendo caso a lo que la caja boba diga); muy pocos utilizan el cerebro real, son los que tratan de salir de este limbo que significa vivir siempre con inflación y el dólar por las nubes.

Muchos han dejado sus convicciones ideológicas y políticas por una moda, y eso es grave porque en las convicciones de las personas está el futuro del país. Entonces te insultan si decís algo en contra de su líder porque ven atacado su ego pero no sus convicciones (que las perdieron cuando decidieron cambiarlas por una moda, que merengue es todo esto no?)

Así, estas elecciones se han convertido en una especie de partido de fútbol en el que a nadie le importa el futuro del país sino que el ego de su referente político no sea lastimado y sólo esperan el triunfo de su candidato para gritárselo en la cara al otro, para de esta manera dar rienda suelta a los impulsos emocionales y un supuesto triunfo le generaría llenar ese vacío existencial que se nota en cada argumento que suscriben en las redes sociales.

Muchos se divierten con las agresiones de la actual campaña sin tener en cuenta que nos estamos jugando el futuro de la República, la sociedad argentina tiene un dejo adolescente en donde nada se toma en serio, nada se debate, nadie sale a la calle pero todos arman memes para reírse de su propia desgracia. Si esto no cambia (no creo que pase en dos semanas) vamos a tener populismo por mucho tiempo más y la culpa no va a ser del otro, la culpa siempre va a ser de cada uno de nosotros, porque como digo siempre ‘todos quieren que las cosas cambien pero nadie quiere cambiar’

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